Eres increíble pero la vida es demasiado corta para los amores mediocres

Nací un 14 de febrero y esa es mi excusa para amar en quinta, escribir un libro sobre los (des)amores y la razón por la que hago este texto.

JUZZ PINCAY PAZMIÑO

Cuando estoy enamorada me siento en una canción de Drexler. Amo, escribo cartas y me siento invencible. Doy todo, porque no concibo un amor mediocre, un amor a medias. El único lugar donde no tengo el síndrome del impostor es en el amor: entrego, cuido y sobre todo, estoy.

Me han roto el corazón, y jamás he tenido miedo de volverme a enamorar, porque prefiero sentirlo todo a vivir condenada a la ansiedad que susurra que amar duele. El dolor me ha demostrado, en una infinidad de oportunidades, que puedo reinventarme las veces que quiera y que siempre habrán caminos y personas dispuestas a llevarme a nuevos destinos.

No creo que alguien pueda amar bien o mal, creo que las personas amamos o no. La tibieza es la opción de los cobardes y a mí nunca se me ha dado bien seguir las instrucciones de cómo amar o sufrir mejor, siempre amo o sufro cómo puedo y quiero.

Sin embargo, con todo y el amor atravesándome el cuerpo la sensatez nunca me abandona, me invita a no regresar a lugares donde todo lo que di no fue apreciado, me frena cuando veo que no voy a recibir lo mismo y me recuerda que siempre hay alguien dispuesto a darme el amor que necesito y quiero porque  —subraye esto por favor—, el amor jamás se exige.

Tengo hermosas historias de amor, son pocas pero las viví con la intensidad que merecían y cuando terminaron las lloré y las escribí, porque ¿para qué son los amores si no para escribirlos?

Tantos textos de finales pocos felices hoy derivan en un libro que en algún momento de este año saldrá a la luz (lo daré a luz). Soy un ser en condición de amor y escritura que por el día en el que nació se siente en la justa posición de invitarlxs a todxs a la revolución del amor. 

En las revoluciones también hay muertes que son finales y finales que te llevan a otras historias de amor, y hay que dejar de tenerle miedo a los revuelcos porque si no seremos los lectores de las victorias y derrotas de los otros.

Nací el 14 de febrero y me encanta recibir rosas amarillas y blancas, con el mismo amor con el que abro la puerta, puedo cerrarla con llave cuando –por amor a mí– he tenido que despedirme de personas que decidieron ya no ser parte de mi historia, de mi rebelión. Perdono, amo con todo el cuerpo y nunca odio porque no es mi estilo. Amo con intensidad y sensatez pero no toco la puerta dos veces porque este camino terrenal es demasiado corto para perder el tiempo en los amores cobardes.

No dejen que su cabeza, sus ansiedades y sus miedos les arruine el presente. Ya vendrá el dolor, ya vendrá la paz absoluta, ya vendrá todo eso, por ahora disfruten de quien quizá esté solo por una vez en su vida.

Hoy que el mundo celebra San Valentín y yo mi cumpleaños, les deseo que puedan abrazar, besar, tirar y hacer revolución con quien hoy comparten su historia.

 

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    Me han roto el corazón, y jamás he tenido miedo de volverme a enamorar, porque prefiero sentirlo todo a vivir condenada a la ansiedad que susurra que amar duele. El dolor me ha demostrado, en una infinidad de oportunidades, que puedo reinventarme las veces que quiera y que siempre habrán caminos y personas dispuestas a llevarme a nuevos destinos.

    No creo que alguien pueda amar bien o mal, creo que las personas amamos o no. La tibieza es la opción de los cobardes y a mí nunca se me ha dado bien seguir las instrucciones de cómo amar o sufrir mejor, siempre amo o sufro cómo puedo y quiero.

    Sin embargo, con todo y el amor atravesándome el cuerpo la sensatez nunca me abandona, me invita a no regresar a lugares donde todo lo que di no fue apreciado, me frena cuando veo que no voy a recibir lo mismo y me recuerda que siempre hay alguien dispuesto a darme el amor que necesito y quiero porque  —subraye esto por favor—, el amor jamás se exige.

    Tengo hermosas historias de amor, son pocas pero las viví con la intensidad que merecían y cuando terminaron las lloré y las escribí, porque ¿para qué son los amores si no para escribirlos?

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    En las revoluciones también hay muertes que son finales y finales que te llevan a otras historias de amor, y hay que dejar de tenerle miedo a los revuelcos porque si no seremos los lectores de las victorias y derrotas de los otros.

    Nací el 14 de febrero y me encanta recibir rosas amarillas y blancas, con el mismo amor con el que abro la puerta, puedo cerrarla con llave cuando –por amor a mí– he tenido que despedirme de personas que decidieron ya no ser parte de mi historia, de mi rebelión. Perdono, amo con todo el cuerpo y nunca odio porque no es mi estilo. Amo con intensidad y sensatez pero no toco la puerta dos veces porque este camino terrenal es demasiado corto para perder el tiempo en los amores cobardes.

    No dejen que su cabeza, sus ansiedades y sus miedos les arruine el presente. Ya vendrá el dolor, ya vendrá la paz absoluta, ya vendrá todo eso, por ahora disfruten de quien quizá esté solo por una vez en su vida.

    Hoy que el mundo celebra San Valentín y yo mi cumpleaños, les deseo que puedan abrazar, besar, tirar y hacer revolución con quien hoy comparten su historia.

     

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