Vivir con fantasmas: de extrañar y otros dolores en el cuerpo

En esta columna, Juzz Pincay nos habla sobre lo que significa extrañar, porque probablemente todas y todas estamos extrañando a alguien de alguna forma. Y un regalo: encontrarás una playlist al final.

JUZZ PINCAY PAZMIÑO

‘Me decido a tararearte todo lo que se te extraña’ canta Silvio Rodríguez en Tu fantasma, una canción que considero himno al momento que la nostalgia se presenta en forma de nudo en la garganta y empieza a convertirse en cosquilleo en los dedos porque tenemos un impulso por escribirle a alguien dos palabras que significan tanto y que, al mismo tiempo, nos complica la existencia de un momento a otro: «te extraño».

Nos debatimos en decirlo o solo atravesar ese sentimiento porque extrañar demanda sentirlo en la cabeza, en los ojos, en el cuerpo entero. Y decidimos engañar a esta especie de dolor y empezamos a trabajar más, a salir y besar bocas, a buscar un hobby, a ‘distraernos’ decimos y no muy tarde nos damos cuenta que si bien el dolor se duerme, en el momento menos pensado se levanta punzante,  porque el fantasma del otro decide ser compañía. 

Y todo nos juega en contra, el universo no ayuda y ahí está Silvio que nos canta que ‘el teléfono persiste en coleccionar absurdos’ y yo sonrío siempre porque aunque la canción fue escrita en 1984, parece que atinó que el iPhone iba a hacer un collage con las fotos de nosotros y los fantasmas. Y ouch, porque empezamos a creer que todo tiempo pasado fue mejor y ouch porque Paul McCartney en Yesterday también se pregunta ‘Why she had to go? y ouch porque sabemos la respuesta. 

Y entonces empezamos a extrañar con rabia. Nos enojamos con nosotros mismos y nos juzgamos por sentir tanto, porque alguna vez nos enseñaron que no podemos llorar por lo que dejamos ir. Y nos olvidamos que las razones siempre han sido ajenas a lo que el cuerpo puede no sentir, porque los huecos también duelen. 

Yo que escribo del amor debía sacar de mí este texto porque cuando no estoy amando, estoy olvidando y cuando no amo, ni olvido, extraño tanto que me arden los ojos, porque hace rato descubrí que no es necesario escribirle a los fantasmas que los extraño y que me basta con escribirles cartas que no envío a la memoria de lo que fueron en mi vida. 

Y transito en paz el camino de extrañar porque hago las paces con la idea que así cómo apareció el dolor, así mismo se va a ir, porque resistirme solo va a alargar la agonía de querer que el fantasma se haga de carne y hueso. 

Entonces un día seremos capaces de decir que no extrañamos si no que solo recordamos porque entendemos las diferencias, porque el tiempo hizo su trabajo y porque, al igual que Silvio Rodríguez, siempre terminamos asesinando a los fantasmas. 

Playlist para cuando extrañamos con el cuerpo:

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    Nos debatimos en decirlo o solo atravesar ese sentimiento porque extrañar demanda sentirlo en la cabeza, en los ojos, en el cuerpo entero. Y decidimos engañar a esta especie de dolor y empezamos a trabajar más, a salir y besar bocas, a buscar un hobby, a ‘distraernos’ decimos y no muy tarde nos damos cuenta que si bien el dolor se duerme, en el momento menos pensado se levanta punzante,  porque el fantasma del otro decide ser compañía. 

    Y todo nos juega en contra, el universo no ayuda y ahí está Silvio que nos canta que ‘el teléfono persiste en coleccionar absurdos’ y yo sonrío siempre porque aunque la canción fue escrita en 1984, parece que atinó que el iPhone iba a hacer un collage con las fotos de nosotros y los fantasmas. Y ouch, porque empezamos a creer que todo tiempo pasado fue mejor y ouch porque Paul McCartney en Yesterday también se pregunta ‘Why she had to go? y ouch porque sabemos la respuesta. 

    Y entonces empezamos a extrañar con rabia. Nos enojamos con nosotros mismos y nos juzgamos por sentir tanto, porque alguna vez nos enseñaron que no podemos llorar por lo que dejamos ir. Y nos olvidamos que las razones siempre han sido ajenas a lo que el cuerpo puede no sentir, porque los huecos también duelen. 

    Yo que escribo del amor debía sacar de mí este texto porque cuando no estoy amando, estoy olvidando y cuando no amo, ni olvido, extraño tanto que me arden los ojos, porque hace rato descubrí que no es necesario escribirle a los fantasmas que los extraño y que me basta con escribirles cartas que no envío a la memoria de lo que fueron en mi vida. 

    Y transito en paz el camino de extrañar porque hago las paces con la idea que así cómo apareció el dolor, así mismo se va a ir, porque resistirme solo va a alargar la agonía de querer que el fantasma se haga de carne y hueso. 

    Entonces un día seremos capaces de decir que no extrañamos si no que solo recordamos porque entendemos las diferencias, porque el tiempo hizo su trabajo y porque, al igual que Silvio Rodríguez, siempre terminamos asesinando a los fantasmas. 

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