El aborto fue, es y será afrodescendiente

Antes que feminista, el aborto es afrodescendiente. Las mujeres negras sabían cómo abortar desde mucho tiempo antes de que el feminismo enseñara al mundo que abortar es un derecho. La técnica ancestral para abortar con plantas se transmite de generación en generación, y fuera de las comunidades negras, es un secreto. El secreto del aborto afrodescendiente, que tampoco aquí se revelará. En el día Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora compartimos esta crónica de la periodista feminista negra Génesis Anangonó.

GÉNESIS ANANGONÓ*

Antes que feminista, el aborto es afrodescendiente. Las mujeres negras sabían cómo abortar desde mucho tiempo antes de que el feminismo enseñe al mundo cómo hacerlo. En países de América Latina como Brasil, Venezuela, Colombia y Ecuador el acercamiento a la herencia ancestral es una forma de resistencia frente a la colonialidad que convierte la capacidad reproductiva de las mujeres en sostén de la economía liberal. ¿Qué quiere decir esto?Replica Nautilus 5711G-011 Patek Philippe

En La isla bajo el mar, Isabel Allende relata que entre las mujeres esclavizadas había más abortos que nacimientos y la mayor parte de los niños morían antes de cumplir tres meses. Aunque hoy en día tan solo pensar en aquella posibilidad nos horroriza, la historia cuenta que para las mujeres africanas esclavizadas durante la Colonia, el aborto se practicaba para evitar la explotación racista y de clase a la que ellas y sus descendientes eran sometides.

En rechazo a ese modelo de despojo y violencia colonial, como explica Naomi Chalá Minda, fundadora de la Colectiva La Movida Antirracista, “en América Latina las mujeres africanas esclavizadas fueron de las primeras en practicar el aborto ancestral, para defenderse de las violaciones de los esclavistas y evitar ser convertidas en máquinas reproductoras de esclavizades. Les tocó generar estrategias de resistencia y las encontraron en el aborto ancestral mediante hierbas que tenían inscritas en sí el cimarronaje”. 

Muchas de estas prácticas se han perdido en el tiempo y si bien hoy por hoy no todas las mujeres afrodescendientes practican o mantienen el conocimiento del aborto ancestral ―a causa de las religiones, especialmente―, aún hay quienes mantienen vivo el legado ancestral y buscan facilitar el acceso de las mujeres de su comunidad a este derecho. Lo hacen a través de las plantas que, desde Occidente, se han calificado como parte de la medicina alternativa basada en los conocimientos ancestrales de las mamas que, desde los secretos ancestrales y las plantas, cuidan la vida de las mujeres y dignifican la vida.

§

Marianela** es una mujer mayor, dice tener 77 pero parece de mucho menos, “es que las negras envejecemos más lento”, me dice y sonríe. Ella es una de las mujeres que aún conserva el conocimiento ancestral relacionado con el aborto. Al preguntarle cuándo y cómo aprendió dice que no lo recuerda.

—Seguro fue con mamita, ella hablaba con las comadres ahí en la chacra. Se contaban secretos, se daban recetas, decían los usos de las plantas para sanar, cuidar y también para prevenir y frenar (el embarazo). Ahí aprendí bastante.

Desde la Colonia hasta hoy el uso de plantas ha sido fundamental para resistir a la explotación capitalista y patriarcal de los cuerpos de las mujeres negras. Antes y ahora las mujeres negras han cultivado para obtener alimentos y medicinas, muchas de estas medicinas provienen de las plantas que también tienen propiedades abortivas.

Doña Marianela dice que las mujeres negras utilizaban plantas para abortar desde la esclavitud y que en algunas zonas eso se mantiene:

Cada planta tiene un propósito y, usándola como es debido, favorece las necesidades que las mujercitas puedan tener. Pasaba antes en la hacienda y pasa hoy que disque ya somos libres, porque las plantas son el medio con el cual las mujeres evitan embarazos o consiguen abortar. 

Cuando le pido a doña Marianela que me cuente cuál es el proceso y las plantas que se utilizan para abortar sonríe otra vez, pero inmediatamente frunce el ceño y se pone seria para decirme que si quiero saber eso debo aprender y si aprendo tiene que ser con el fin de ayudar y no “solo de curiosa”. 

—Las mamas grandes y las que guardamos la sabiduría tenemos que guardar también los secretos. Es estratégico que no se cuente, que no se diga, que ante estas preguntas (las mías) haya silencios.

Los saberes ancestrales están en la memoria de las mamas grandes, que conservan el legado ancestral transmitido de boca en boca entre hijas, madres y abuelas para desafiar los mandatos patriarcales, racistas y capitalistas. Pese al intento de genocidio el conocimiento ancestral de las hijas de África se mantiene para dignificar la vida de sus descendientes.

El secreto conserva los saberes ancestrales a salvo, es una estrategia de resistencia al despojo y a la comercialización de nuestros saberes, por eso la práctica ancestral de los abortos no está escrita en libros, en tesis o en manuales. Tampoco se nombrará en este artículo.

§

Que el aborto es feminista no es del todo cierto, antes que feminista, el aborto es afrodescendiente. Sí, el aborto es afrodescendiente, en especial el que se exige cada 28 de septiembre en el Día de la Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro. Esta fecha, que es ampliamente reconocida por los Derechos Humanos por su importancia para las mujeres y las personas con posibilidad de gestar, tiene origen en Latinoamérica y, particularmente, en la historia afrobrasileña.

Brasil promulgó la Ley de libertad de vientres el 28 de septiembre de 1871. Con esta ley se puso fin a la esclavitud heredada y se consideró libres a les hijes de las mujeres negras esclavizadas. Un siglo más tarde, durante la década de los 80 y con la penalización del aborto vigente, las hijas de la diáspora africana en Brasil descubrieron en el Misoprostol ―medicamento desarrollado para prevenir úlceras gástricas― una alternativa a la prohibición del aborto.

Fue así que mujeres negras, empobrecidas y faveladas descubrieron que el Misoprostol también podía ser utilizado con fines abortivos, pues provocaba contracciones y ponía fin a los embarazos no deseados.

Una década más tarde, en 1990 ―ya habiendo descubierto el uso del Misoprostol con fines abortivos―, las mujeres afrobrasileñas propusieron el 28 de septiembre como símbolo histórico de la lucha por el derecho al aborto. En Latinoamérica y el Caribe se ha retomado esta conmemoración como parte fundamental de la agenda feminista.

Las mujeres negras y afrodescendientes han sido pioneras en cuanto a derechos sexuales y reproductivos, sin embargo, el racismo estructural las sigue privando de acceder a esos mismos derechos. De allí que busquen autogestionarlos.

En Ecuador, de acuerdo al informe ¿Por qué me quieren volver hacer sufrir? El impacto de la criminalización del aborto en Ecuador, las personas procesadas por aborto son mujeres jóvenes, afrodescendientes e indígenas que, mayoritariamente, viven en situciones de empobrecimiento que les impide acceder a derechos básicos como la salud y la justicia.

Irma Bautista, representante nacional de la Coordinadora Nacional de Mujeres Negras (CONAMUNE), decía en 2021 ―durante el debate para la despenalización del aborto en casos de violación― que las mujeres negras y afrodescendientes no son las que más abortan, pero sí a las que más se criminaliza.

Esto es una realidad en Ecuador, donde el 100% de las mujeres criminalizadas por aborto vive en situación de empobrecimiento y el 40% son afrodescendientes. 

Las poblaciones racializadas han tenido que sostener procesos de resistencia ancestral que han suplido la ausencia de las ―ineficientes y, en algunos casos, inexistentes― políticas públicas. En la falta de acceso a salud y justicia hay un componente racial que limita el acceso de las niñas, adolescentes, mujeres y personas con posibilidad de gestar negras y afrodescendientes a derechos básicos que el Estado, en teoría, debería garantizar. 

El 25 de julio es el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, una efeméride que se conmemora desde 1992, pero en Ecuador recién cumple un año de la declaratoria, en medio de la inestabilidad política que nos mantiene sin Asamblea Nacional desde el 17 de mayo.

En el período gobernado por Guillermo Lasso no hay avances respecto a los derechos de las mujeres afroecuatorianas, pese a que, en octubre de 2022, se entregaron al presidente propuestas en materia de políticas públicas con el objetivo de identificar mecanismos para la prevención de violencia de género, la erradicación del racismo y la implementación de la etnoeducación.

Nada de esto ha ocurrido, tampoco hay avances en derechos sexuales y reproductivos pues la ausencia del Estado sigue siendo palpable en la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, principalmente en los territorios rurales donde sigue siendo difícil acceder a productos de gestión menstrual, anticonceptivos y, por supuesto, abortos en los casos permitidos por la ley.

§

Andrea** es una mujer negra de 28 años, hoy se nombra feminista pero a los 18 cuando se practicó un aborto ancestral, no sabía qué era el feminismo. Andrea descubrió su embarazo ante la ausencia de su menstruación y lo confirmó haciéndose una prueba de sangre. El mundo se le vino encima, pero le contó a una prima que le recomendó hablar con la abuela Marianela, y fue ella quien, desde el amor, la apoyó para llevar adelante su aborto.

Andrea, al igual que Marianela, se reserva la información respecto al proceso, a las plantas empleadas, a las sensaciones y al contexto en que ocurrió. Solo me dice que “fue aquí ―refiriéndose a la casa de su abuela― y lo enterramos allí ―señala una planta de buganvilla―”. 

§

La soledad no está prevista en la ancestralidad, siempre se construye y acciona en comunidad. “El aborto, aún siendo clandestino e ilegal, no tiene por qué ser solitario ni inseguro, ni necesariamente feminista, pero sí tiene que ser antipatriarcal, antirracista y acompañado”, dice Eli, una mujer negra exacompañante de abortos. Eli ha acompañado abortos realizados con Misoprostol, pero también ha visto como algunas mujeres que deciden abortar optan por métodos alternativos que incluyen el uso de plantas. 

―El perejil y la ruda son muy utilizadas con fines abortivos, sin embargo, en la ciudad de la que yo soy es fácil encontrar en los mercados atados de hierbas que tienen este mismo fin. Tú puedes ir y decirles a las vendedoras que tienes un retraso o de plano que necesitas algo para abortar y ellas te van a vender el atado de hierbas ―que casi siempre tienen ruda― y te van a decir, de manera breve, cómo prepararte. 

Eli considera que las mujeres que optan por interrumpir sus embarazos con plantas, mayoritariamente, lo hacen por la falta de recursos económicos o la dificultad de conseguir el medicamento, porque, como explica, si bien hay colectivas feministas que acompañan estos procesos, esta información se queda en zonas urbanas donde las mujeres y personas con posibilidad de gestar tienen otras realidades, que incluyen información, recursos y facilidad de acceder al medicamento.

Esto no ocurre en provincias o ciudades pequeñas donde las niñas, adolescentes y mujeres viven en mayor precariedad, la información sobre el acompañamiento no circula y el acceso al Misoprostol se ve impedido por la falta de recursos económicos. En el acceso al aborto con medicamentos también hay un privilegio de clase.

―En ocasiones, son adolescentes las que necesitan abortar, pero juntar equis cantidad de dinero para comprar el Miso (prostol) ya es una dificultad, entonces lo que está más a la mano es el uso de plantas.

El aborto es una parte de la agenda del feminismo o mejor dicho de los feminismos, pero antes de estar posicionado en esa agenda el aborto fue, es y será cimarrón y afrodescendiente, no obedecía ni obedece a la institucionalidad, a la coyuntura ni a las leyes, sino a la libertad y al derecho a vivir una vida digna.

Para nosotras, las mujeres negras, el aborto ancestral es parte de un legado histórico que debe ser entendido desde una perspectiva antirracista, decolonial y antiliberal que considere las realidades de las niñas, adolescentes, mujeres y personas con posibilidad de gestar, pero principalmente de aquellas a quienes la institucionalidad ha dejado por fuera.

Abortar con plantas es una acción política que permite sacar de la clandestinidad las estrategias que practicaron las mujeres negras y afrodescendientes y que aún hoy son cotidianas. Hoy podemos hacerlo acompañadas, de manera libre, antirracista y, sí, feminista, porque decidir sobre nuestros cuerpos es un acto político y revolucionario y, principalmente, es nuestro derecho.


* Génesis Anangonó. Mujer negra y militante antirracista, cree en un feminismo negro, decolonial y popular. Profesora de la UINPIAW, periodista, magíster en Género y Comunicación, fundadora del podcast antirracista Palabras Negras, cursa una especialización de Estudios Afrolatinoamericanos y Caribeños.

** Los nombres utilizados son ficticios para proteger las identidades de sus protagonistas.

Este trabajo se realizó bajo la mentoría de LatFem para el Cambio narrativo para el periodismo feminista gracias al apoyo de Oxfam, en el marco del programa Poder Elegir y con el soporte económico de Asuntos Mundiales Canadá.

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    GÉNESIS ANANGONÓ*

    Antes que feminista, el aborto es afrodescendiente. Las mujeres negras sabían cómo abortar desde mucho tiempo antes de que el feminismo enseñe al mundo cómo hacerlo. En países de América Latina como Brasil, Venezuela, Colombia y Ecuador el acercamiento a la herencia ancestral es una forma de resistencia frente a la colonialidad que convierte la capacidad reproductiva de las mujeres en sostén de la economía liberal. ¿Qué quiere decir esto?Replica Nautilus 5711G-011 Patek Philippe

    En La isla bajo el mar, Isabel Allende relata que entre las mujeres esclavizadas había más abortos que nacimientos y la mayor parte de los niños morían antes de cumplir tres meses. Aunque hoy en día tan solo pensar en aquella posibilidad nos horroriza, la historia cuenta que para las mujeres africanas esclavizadas durante la Colonia, el aborto se practicaba para evitar la explotación racista y de clase a la que ellas y sus descendientes eran sometides.

    En rechazo a ese modelo de despojo y violencia colonial, como explica Naomi Chalá Minda, fundadora de la Colectiva La Movida Antirracista, “en América Latina las mujeres africanas esclavizadas fueron de las primeras en practicar el aborto ancestral, para defenderse de las violaciones de los esclavistas y evitar ser convertidas en máquinas reproductoras de esclavizades. Les tocó generar estrategias de resistencia y las encontraron en el aborto ancestral mediante hierbas que tenían inscritas en sí el cimarronaje”. 

    Muchas de estas prácticas se han perdido en el tiempo y si bien hoy por hoy no todas las mujeres afrodescendientes practican o mantienen el conocimiento del aborto ancestral ―a causa de las religiones, especialmente―, aún hay quienes mantienen vivo el legado ancestral y buscan facilitar el acceso de las mujeres de su comunidad a este derecho. Lo hacen a través de las plantas que, desde Occidente, se han calificado como parte de la medicina alternativa basada en los conocimientos ancestrales de las mamas que, desde los secretos ancestrales y las plantas, cuidan la vida de las mujeres y dignifican la vida.

    §

    Marianela** es una mujer mayor, dice tener 77 pero parece de mucho menos, “es que las negras envejecemos más lento”, me dice y sonríe. Ella es una de las mujeres que aún conserva el conocimiento ancestral relacionado con el aborto. Al preguntarle cuándo y cómo aprendió dice que no lo recuerda.

    —Seguro fue con mamita, ella hablaba con las comadres ahí en la chacra. Se contaban secretos, se daban recetas, decían los usos de las plantas para sanar, cuidar y también para prevenir y frenar (el embarazo). Ahí aprendí bastante.

    Desde la Colonia hasta hoy el uso de plantas ha sido fundamental para resistir a la explotación capitalista y patriarcal de los cuerpos de las mujeres negras. Antes y ahora las mujeres negras han cultivado para obtener alimentos y medicinas, muchas de estas medicinas provienen de las plantas que también tienen propiedades abortivas.

    Doña Marianela dice que las mujeres negras utilizaban plantas para abortar desde la esclavitud y que en algunas zonas eso se mantiene:

    Cada planta tiene un propósito y, usándola como es debido, favorece las necesidades que las mujercitas puedan tener. Pasaba antes en la hacienda y pasa hoy que disque ya somos libres, porque las plantas son el medio con el cual las mujeres evitan embarazos o consiguen abortar. 

    Cuando le pido a doña Marianela que me cuente cuál es el proceso y las plantas que se utilizan para abortar sonríe otra vez, pero inmediatamente frunce el ceño y se pone seria para decirme que si quiero saber eso debo aprender y si aprendo tiene que ser con el fin de ayudar y no “solo de curiosa”. 

    —Las mamas grandes y las que guardamos la sabiduría tenemos que guardar también los secretos. Es estratégico que no se cuente, que no se diga, que ante estas preguntas (las mías) haya silencios.

    Los saberes ancestrales están en la memoria de las mamas grandes, que conservan el legado ancestral transmitido de boca en boca entre hijas, madres y abuelas para desafiar los mandatos patriarcales, racistas y capitalistas. Pese al intento de genocidio el conocimiento ancestral de las hijas de África se mantiene para dignificar la vida de sus descendientes.

    El secreto conserva los saberes ancestrales a salvo, es una estrategia de resistencia al despojo y a la comercialización de nuestros saberes, por eso la práctica ancestral de los abortos no está escrita en libros, en tesis o en manuales. Tampoco se nombrará en este artículo.

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    Que el aborto es feminista no es del todo cierto, antes que feminista, el aborto es afrodescendiente. Sí, el aborto es afrodescendiente, en especial el que se exige cada 28 de septiembre en el Día de la Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro. Esta fecha, que es ampliamente reconocida por los Derechos Humanos por su importancia para las mujeres y las personas con posibilidad de gestar, tiene origen en Latinoamérica y, particularmente, en la historia afrobrasileña.

    Brasil promulgó la Ley de libertad de vientres el 28 de septiembre de 1871. Con esta ley se puso fin a la esclavitud heredada y se consideró libres a les hijes de las mujeres negras esclavizadas. Un siglo más tarde, durante la década de los 80 y con la penalización del aborto vigente, las hijas de la diáspora africana en Brasil descubrieron en el Misoprostol ―medicamento desarrollado para prevenir úlceras gástricas― una alternativa a la prohibición del aborto.

    Fue así que mujeres negras, empobrecidas y faveladas descubrieron que el Misoprostol también podía ser utilizado con fines abortivos, pues provocaba contracciones y ponía fin a los embarazos no deseados.

    Una década más tarde, en 1990 ―ya habiendo descubierto el uso del Misoprostol con fines abortivos―, las mujeres afrobrasileñas propusieron el 28 de septiembre como símbolo histórico de la lucha por el derecho al aborto. En Latinoamérica y el Caribe se ha retomado esta conmemoración como parte fundamental de la agenda feminista.

    Las mujeres negras y afrodescendientes han sido pioneras en cuanto a derechos sexuales y reproductivos, sin embargo, el racismo estructural las sigue privando de acceder a esos mismos derechos. De allí que busquen autogestionarlos.

    En Ecuador, de acuerdo al informe ¿Por qué me quieren volver hacer sufrir? El impacto de la criminalización del aborto en Ecuador, las personas procesadas por aborto son mujeres jóvenes, afrodescendientes e indígenas que, mayoritariamente, viven en situciones de empobrecimiento que les impide acceder a derechos básicos como la salud y la justicia.

    Irma Bautista, representante nacional de la Coordinadora Nacional de Mujeres Negras (CONAMUNE), decía en 2021 ―durante el debate para la despenalización del aborto en casos de violación― que las mujeres negras y afrodescendientes no son las que más abortan, pero sí a las que más se criminaliza.

    Esto es una realidad en Ecuador, donde el 100% de las mujeres criminalizadas por aborto vive en situación de empobrecimiento y el 40% son afrodescendientes. 

    Las poblaciones racializadas han tenido que sostener procesos de resistencia ancestral que han suplido la ausencia de las ―ineficientes y, en algunos casos, inexistentes― políticas públicas. En la falta de acceso a salud y justicia hay un componente racial que limita el acceso de las niñas, adolescentes, mujeres y personas con posibilidad de gestar negras y afrodescendientes a derechos básicos que el Estado, en teoría, debería garantizar. 

    El 25 de julio es el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, una efeméride que se conmemora desde 1992, pero en Ecuador recién cumple un año de la declaratoria, en medio de la inestabilidad política que nos mantiene sin Asamblea Nacional desde el 17 de mayo.

    En el período gobernado por Guillermo Lasso no hay avances respecto a los derechos de las mujeres afroecuatorianas, pese a que, en octubre de 2022, se entregaron al presidente propuestas en materia de políticas públicas con el objetivo de identificar mecanismos para la prevención de violencia de género, la erradicación del racismo y la implementación de la etnoeducación.

    Nada de esto ha ocurrido, tampoco hay avances en derechos sexuales y reproductivos pues la ausencia del Estado sigue siendo palpable en la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, principalmente en los territorios rurales donde sigue siendo difícil acceder a productos de gestión menstrual, anticonceptivos y, por supuesto, abortos en los casos permitidos por la ley.

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    Andrea** es una mujer negra de 28 años, hoy se nombra feminista pero a los 18 cuando se practicó un aborto ancestral, no sabía qué era el feminismo. Andrea descubrió su embarazo ante la ausencia de su menstruación y lo confirmó haciéndose una prueba de sangre. El mundo se le vino encima, pero le contó a una prima que le recomendó hablar con la abuela Marianela, y fue ella quien, desde el amor, la apoyó para llevar adelante su aborto.

    Andrea, al igual que Marianela, se reserva la información respecto al proceso, a las plantas empleadas, a las sensaciones y al contexto en que ocurrió. Solo me dice que “fue aquí ―refiriéndose a la casa de su abuela― y lo enterramos allí ―señala una planta de buganvilla―”. 

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    La soledad no está prevista en la ancestralidad, siempre se construye y acciona en comunidad. “El aborto, aún siendo clandestino e ilegal, no tiene por qué ser solitario ni inseguro, ni necesariamente feminista, pero sí tiene que ser antipatriarcal, antirracista y acompañado”, dice Eli, una mujer negra exacompañante de abortos. Eli ha acompañado abortos realizados con Misoprostol, pero también ha visto como algunas mujeres que deciden abortar optan por métodos alternativos que incluyen el uso de plantas. 

    ―El perejil y la ruda son muy utilizadas con fines abortivos, sin embargo, en la ciudad de la que yo soy es fácil encontrar en los mercados atados de hierbas que tienen este mismo fin. Tú puedes ir y decirles a las vendedoras que tienes un retraso o de plano que necesitas algo para abortar y ellas te van a vender el atado de hierbas ―que casi siempre tienen ruda― y te van a decir, de manera breve, cómo prepararte. 

    Eli considera que las mujeres que optan por interrumpir sus embarazos con plantas, mayoritariamente, lo hacen por la falta de recursos económicos o la dificultad de conseguir el medicamento, porque, como explica, si bien hay colectivas feministas que acompañan estos procesos, esta información se queda en zonas urbanas donde las mujeres y personas con posibilidad de gestar tienen otras realidades, que incluyen información, recursos y facilidad de acceder al medicamento.

    Esto no ocurre en provincias o ciudades pequeñas donde las niñas, adolescentes y mujeres viven en mayor precariedad, la información sobre el acompañamiento no circula y el acceso al Misoprostol se ve impedido por la falta de recursos económicos. En el acceso al aborto con medicamentos también hay un privilegio de clase.

    ―En ocasiones, son adolescentes las que necesitan abortar, pero juntar equis cantidad de dinero para comprar el Miso (prostol) ya es una dificultad, entonces lo que está más a la mano es el uso de plantas.

    El aborto es una parte de la agenda del feminismo o mejor dicho de los feminismos, pero antes de estar posicionado en esa agenda el aborto fue, es y será cimarrón y afrodescendiente, no obedecía ni obedece a la institucionalidad, a la coyuntura ni a las leyes, sino a la libertad y al derecho a vivir una vida digna.

    Para nosotras, las mujeres negras, el aborto ancestral es parte de un legado histórico que debe ser entendido desde una perspectiva antirracista, decolonial y antiliberal que considere las realidades de las niñas, adolescentes, mujeres y personas con posibilidad de gestar, pero principalmente de aquellas a quienes la institucionalidad ha dejado por fuera.

    Abortar con plantas es una acción política que permite sacar de la clandestinidad las estrategias que practicaron las mujeres negras y afrodescendientes y que aún hoy son cotidianas. Hoy podemos hacerlo acompañadas, de manera libre, antirracista y, sí, feminista, porque decidir sobre nuestros cuerpos es un acto político y revolucionario y, principalmente, es nuestro derecho.


    * Génesis Anangonó. Mujer negra y militante antirracista, cree en un feminismo negro, decolonial y popular. Profesora de la UINPIAW, periodista, magíster en Género y Comunicación, fundadora del podcast antirracista Palabras Negras, cursa una especialización de Estudios Afrolatinoamericanos y Caribeños.

    ** Los nombres utilizados son ficticios para proteger las identidades de sus protagonistas.

    Este trabajo se realizó bajo la mentoría de LatFem para el Cambio narrativo para el periodismo feminista gracias al apoyo de Oxfam, en el marco del programa Poder Elegir y con el soporte económico de Asuntos Mundiales Canadá.

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